lunes, 29 de mayo de 2017

Las mujeres Balzacquianas

En 1821, conoció a Zulma Carraud, quien fue su “amiga” de toda la vida. Posteriormente conoció a madame Laure de Berny, casada y con nueve hijos,  cayó rendido ante ella. Él tenía 21 años; ella, 43, no tardaron en volverse amantes. 

Durante cinco años, los amantes compartieron la vida mientras él escribía, noche tras noche, bebiendo incesantes jarras de café. Ella, por su parte, supo mantener esa aventura, sin descuidar de su vida familiar, hasta que apareció Laure Junot, duquesa de Abrantes. La viuda que era sólo siete años mayor que él. Laure pronto se percató de que Honoré no le pertenecía ya en exclusiva; en un movimiento audaz, la Junot retó a Balzac en una carta llamándolo "débil", lo cual, en contra de los cálculos, lo alejó de ella y lo volvió a acercar a madame de Berny.

El 28 de febrero de 1832, Balzac recibió una carta firmada con un seudónimo: “La extranjera”. Esta misteriosa mujer, con quien sostuvo una nutrida correspondencia durante catorce años, a la postre sería el amor de su vida. En 1833, viajó a Viena para conocerla en persona. Su nombre era Ewelina Hanska, doce años mayor que él, una noble polaca entonces casada con Wacław Hanski, quien la dejaría viuda en 1841. Dos años después, empezarían una serie de viajes juntos, incluso la señora Hanska quedó embarazada y dio a luz a un hijo muerto en 1846.



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